martes, julio 07, 2015

WEB JUNKIE (Hilla Medalia, Shosh Shlam, 2013): UN DOCUMENTAL INDECISO


"Web Junkie"(Hilla Medalia, Shosh Shlam, 2013) se ofrece como un acceso a un tema interesante, el nacimiento de la adicción a Internet en China, y cómo las autoridades sanitarias de aquel país lo asumen como tal problema de salud mental. Sin embargo al cabo el tratamiento de la cuestión se diluye, menos por un punto de vista premeditadamente distanciado, que por la comprobación de que el género de documental observacional presenta limitaciones, en especial cuando se mezcla con la indecisión en cuanto a objetivos, tono y hasta género. "Web Junkie" puede que comenzara (y hasta fuera "comisionado") como proyecto de documental "de actualidad" aunque en el proceso se fue convirtiendo en otra historia que pareciera que nunca acabó de definirse.



Las críticas de Christopher Campbell, de la web "Non-Fics, Real Stories, Real Insight",  y la de Steve MacFarlane, en Slant Magazine, resumen bastante bien algunos de los problemas fundamentales de "Web Junkie". Quizá la decepción sea mayor porque también en los documentales el marketing y la promoción pueden ser engañosos. Si se tratara de buscarle etiquetas de género, es probable que esta película se haya ofertado como "documental de actualidad". La pregunta sería si centrarse en exclusiva en el tratamiento de estos (supuestos) adictos, y en el psiquiátrico era la mejor opción. O si, quizá, los que promueven el film (incluida la BBC) priman "el tema", cuando en verdad justo ese acceso privilegiado al final les dio la posibilidad a las directoras de contar otra historia. Muy diferente.

Las directoras y guionistas cuentan en esta entrevista en la web de la BBC Storyville que se llevaron 4 años para finalizar el film. Desde luego, el documental tiene un grado de interés sólo por que lograran este acceso continuado a nada menos que una institución mental de las autoridades chinas. Ahora bien, ese triunfo, que podríamos decir "de producción", dirige y marca tanto "Web Junkie" que centra demasiado todo en este edificio.

No es que ello no aporte ventajas. Sin que salgamos de aquí, es más probable que como espectadores nos sintamos casi tan atrapados como los adolescentes que aquí pasan meses de terapia para diferenciar "mundo real" de "mundo virtual". De hecho, es la decisión estética más destacable de un documental donde todo es romo, gris, de forma intencionada aunque también, a ratos, se antoje en lo audiovisual un tanto pobre.

Al tiempo, sin esos datos, no es que no podamos sacar conclusiones, sino que ese tema que se supone que orienta el documental se queda en algo abordado a arañazos. Sin modo de contrastar si lo que cuenta el psiquiatra jefe es cierto, tanto como sin haber visto si los chicos van más allá de pasar muchas horas (muchísimas) jugando al video juego "War of Warcraft", no se trata ya de conclusiones sino que siquiera la interpretación es fácil.

Y esto se relaciona con los límites del documental observacional, pero, además, con las limitaciones de este caso concreto. Si la finalidad es que el espectador interprete -afán muy loable- jugamos en el tablero de los argumentos y lo racional. En cierto modo, las directoras y guionistas se nota que han hecho lo posible para que la visión de los adolescentes ("esto es un lavado de cerebro", llega a afirmar uno) y la del personal médico y las familias que los han internado tengan un equilibrio.

En cambio, desde el instante en que se opta por no salir de la institución y tiene más importancia que sintamos claustrofobia esto ya era un juego distinto.  Centrándonos aquí no podemos juzgar si estos chavales son o no adictos, si la institución psiquiátrica, si las autoridades chinas tiene razón o no. No hemos visto el "antes". En verdad, nunca vemos la adicción en sí.

Los rótulos informativos son tan sólo un "escalón menos" que una Voice Over explicativa, y en cómo en esto tampoco se arriesga hasta las últimas consecuencias quizá haya otra clave de la decepción: la indecisión en ir hasta el final. Es notable que no haya una voz que nos oriente (ni moralice en exceso) pero, puestos a arriesgar, más riesgo hubiera sido la entrada de golpe en la historia. Y los "totales" (entrevistas) a los chavales y el psiquiatra ya dan bastante información.



Además, me pregunto si ese énfasis que hacen algunos "comissioners" de televisiones (europeas; en este caso, BBC) sobre el "story-telling" y los personajes no es, a veces, contraproducente. Al final, "Web Junkie" no es (apenas) un documental sobre una posible nueva adicción (a Internet, a los vídeo juegos) sino un drama semicarcelario sobre unos adolescentes y su relación con sus padres. De su relación o, mejor, de su "no-relación" con el "mundo real" no tenemos nada. Sin posibilidad de ese contraste de cómo eran y se comportaban como supuestos "adictos", lo que cuentan (que tampoco es tanto) sobre los problemas concretos con sus familias sufren de la misma debilidad que esos datos que se expresan en diálogos en un guión de ficción: no contienen fuerza sin el apoyo visual. Y sin información más allá del "uno dice/el otro dice" al final es más automático que rijan las emociones, y nos pongamos de parte de los encerrados. 

En todo caso, y he aquí otra contradicción, la búsqueda de "personajes" no ha funcionado del todo. Más que personas con diferencias resultan tres "representantes" de un posible problema social o generacional. Puede que, de nuevo, esto fuera consecuencia de los detalles de la producción. Puede que ese acceso a la institución psiquiátrica fuera limitado, y en ese tiempo, las directoras y guionistas tuvieran que elegir. El acceso condiciona mucho al documental. En cualquier caso, funcionan como seres humanos con los que se crea empatía (de nuevo, un automatismo "emocional") pero no como personas con rasgos definidos. Nicky, Hacker, Hope sufren lo mismo: la incomunicación con sus progenitores masculinos.

Para ello, tenemos las visitas y sesiones de terapia conjuntas, y he aquí que puede abrirse otro debate.  ¿Si en ficción la cámara "se queda" con un personaje en pleno llanto es "pornografía emocional" (pienso en la tendencia usual de Lars Von Trier) pero si es un documental observacional no? Entiendo que hay diferencias, desde luego. Entiendo que la escena de la confrontación de Nicky con su padre es un cierto clímax. Pero si la cámara se queda tanto, desde luego no estamos en un producto que trate de mover hacia la reflexión o lo racional.

Lo mejor de "Web Junkie" es lo que se "cuela" justo en el lado de las ventajas de lo observacional que las tiene, por supuesto. Determinar si ahí hay mayor o menor intención de las directoras es más complejo, porque, quizá habiéndose comprometido con plegarse a un "tema" quizá lo que se fueron encontrando por el camino no les cabía, o no podían desarrollarlo. Pero, sembrado, apuntado, está aquí el retrato de China como país patriarcal. Las tensiones se disponen entre hijos y padres. Las mujeres no cuentan apenas ni en las sesiones de terapia grupal. A lo mejor "Web Junkie" va menos sobre la adicción a Internet que sobre cómo hijos y padres hablan idiomas distintos por ese abismo entre generaciones. A lo mejor, las directoras no pudieron, no supieron o incluso no les dejaron, que el documental fuera sobre este descubrimiento que ambas hicieran en el proceso del rodaje. 

"Web Junkie" es una producción de Shlam Productions, Yes Docu y kNow Productions. Los fondos privados Impact Parners y Chicken and Egg colaboraron en la financiación del film, cuyo agente de ventas es Dogwoof.

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